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viernes, 11 de diciembre de 2020

Otra vuelta de llave de Ruth Ware

Sinopsis:

Aunque Rowan está buscando algo totalmente distinto, ese anuncio parece una oportunidad demasiado buena para dejarla escapar: un puesto de niñera con un salario increíble y alojamiento incluido. Y cuando llega a Heatherbrae House, en los bellísimos highlands de Escocia, se queda impresionada ante una casa equipada con las tecnologías más modernas y la preciosa familia de postal que vive en ella. 

Lo que Rowan aún no sabe es que se está adentrando en una pesadilla, que acabará con un niño muerto y con ella en prisión acusada de asesinato.

Opinión:

Hace un par de años reseñé en esta estantería virtual otra obra de Ruth Ware, concretamente La mujer del camarote 10.
Esa novela se publicaba en un momento en el que el Domestic Noir se encontraba en pleno apogeo, elevando a esos thrillers psicológicos a lo más alto de las listas de superventas.
Ese boom nos presentó a un nuevo estereotipo de mujer, una heroína que arrastraba un montón de problemas; y ese nuevo canon de mujeres protagonistas, que abandonaban el papel pasivo, logró brillar dentro de ese subgénero del thriller.
La mujer del camarote 10 a pesar de los guiños a Agatha Christie y a Alfred Hitchcock, no logró convencerme; y encontré solo una historia con un argumento que aparentaba ser prometedor, pero con un final demasiado predecible. 
Ahora, tras leer Otra vuelta de llave, os puedo decir que esta lectura ha sido un acierto. Ruth Ware nos ofrece una historia que transcurre en época actual, cargada de tecnología, pero con claras reminiscencias góticas. 

La tensión flota en el ambiente desde los primeros compases, y lo mejor de todo es que esa tensión es natural, sin artificios, escenas cotidianas manejadas a la perfección para confundir a los lectores.
El ritmo narrativo y la tensión funcionan como un tándem perfecto que se impulsa sobre giros argumentales que son desplegados en momentos puntuales con mucha pericia.
Lo que más me ha gustado es el guiño que hace la autora al terror de corte más clásico, a esas historias góticas al estilo de Otra vuelta de tuerca de Henry James (1898), y os aseguro que ese detalle es todo un acierto, porque ya solo con el título elegido sirve de estimulo positivo para que los lectores nos enfrentemos a la lectura.

Lo primero que me llamó la atención fue encontrarme con una narración in extremis, es decir, con una historia que comenzaba por el final.
Ahí conocemos a Rowan, una niñera que se encuentra en prisión acusada de asesinar a una de las niñas que cuidaba.
Muchos autores modernos evitan utilizar esa estructura in extremis, ya que en ella se revelan desde el comienzo datos importantes y hay que pensar como gestionar el resto del argumento para mantener la intriga... pero aquí hay que alabar a la autora porque la historia va ganando fuerza según avanza, gracias a los sucesos dramáticos que persiguen a la protagonista y a una trama muy bien elaborada, en la que no olvida incluir los elementos clásicos de la novela gótica: una casa aislada, sucesos inexplicables y personajes que parecen ocultar más de lo que muestran.

Otro gran guiño a la literatura victoriana que vamos a encontrar es la forma de hacernos llegar la historia. 
Vamos a tener como narradora en primera persona a Rowan, y ella nos contará los sucesos haciendo uso del estilo más empleado en los siglos XVIII y XIX, el género epistolar. 
Ese recurso ofrece una estructura narrativa lineal al mismo tiempo que aporta muchos detalles íntimos sobre el emisor,  
A través de las cartas que escribe a un abogado seremos testigos de los acontecimientos y de ese aura de suspense clásico que consigue impregnarse en cada párrafo.

Sobre los personajes solo os diré que es otro de los pilares sobre los que se sustenta la obra. 
Aparecen muy bien definidos y consiguen desconcertarnos con su forma de actuar. Su comportamiento es totalmente natural y eso contribuye a la hora de construir ese ambiente de misterio. 

Como podéis ver un buen cóctel que os mantendrá enganchado hasta el final.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

La mujer del camarote 10 de Ruth Ware

Sinopsis:

Has sido testigo de un asesinato...y nadie te cree.
La invitación a un crucero de lujo, que zarpa de Londres rumbo a los fiordos noruegos, es como un sueño hecho realidad para Laura Blacklock, una joven periodista en horas bajas. La oportunidad es doble: no sólo podrá contemplar la maravillosa aurora boreal, sino que se codeará con gente influyente que podría ayudarla a reconducir su carrera profesional.
Los primeros compases de la travesía discurren conforme a lo previsto: el ambiente del barco es suntuoso, el servicio, de primera categoría, y el pasaje derrocha elegancia, simpatía y dinero. Sin embargo, todo cambia cuando, una noche, un grito aterrador despierta a Laura, quien, estupefacta, observa cómo el cuerpo de una mujer cae al mar desde el compartimento contiguo.
 Al dar la voz de alarma, la tripulación le asegura que el camarote número 10 siempre ha estado vacío y que no falta ningún pasajero a bordo. Así, con creciente inquietud, Laura comprueba que... nadie le cree. Y lo peor no es que se sienta sola y aislada, sino que una serie de extraños acontecimientos la convencen de que ella puede ser la próxima víctima.

Opinión:

Con esta historia de la que hoy os hablo, me ha ocurrido algo extraño...
Al ver la portada me lancé casi sin pensarlo hacia ella, leí la sinopsis y casi sin darme cuenta, la tenía en casa. Pensé que encontraría algo similar a las maravillosas historias tejidas por Agatha Cristie, ¡pero no!, no he encontrado, ni tan siquiera algo similar...
Tras comenzar a leer los primeros capítulos, casi de forma inmediata, empecé a encontrar detalles que no me llenaban plenamente, ya sabéis el dicho, no es oro todo lo que reluce.

Nos encontramos ante un buen argumento pero cuyo peso se sustenta demasiado en detalles que no llegan a convencerme.
Esta novela al comenzar, me recordaba mucho a La chica del tren, seguramente por la protagonista, una mujer cargada de defectos, con poca credibilidad, que termina convirtiéndose en un personaje totalmente distinto al que en el comienzo nos intentan hacer ver; y por otro lado mis pensamientos volaban hacia Vértigo, la película de Alfred Hitchcock, quizás, porque se utilizan los miedos o los defectos de los protagonistas en su contra.
Lo cierto es que nos encontramos con una novela cargada de arquetipos argumentales.
El de una mujer con problemas de pareja; adicta al alcohol y a las pastillas; que empieza a ver que suceden cosas extrañas a su alrededor, sucesos a los que los demás, no dan ninguna credibilidad; por otro lado, también nos enfrentamos a una desaparición en un escenario que mantiene a los personajes aislados, sin forma de comunicarse con el exterior, ya sea en un avión, en un tren o como en este caso en un barco. Como veis demasiados estereotipos mezclados...

El comienzo también me resultó demasiado lento.
Vamos conociendo a Laura, profundizando en sus problemas, conociendo al resto de personajes y estímulos externos que van minando la seguridad de la protagonista, e incluso la confianza del lector en ella. Y es que, el cóctel de alcohol y pastillas no convierten a Laura en un testigo muy fiable, y si encima le sumamos cierta vocecilla que interrumpe a menudo sus pensamientos, pues termina por desprestigiar definitivamente su versión...

La historia tarda en alcanzar un buen ritmo y en ese momento, los giros argumentales empiezan a sucederse o mejor dicho, a amontonarse a nuestro alrededor.
Es verdad, que esos giros, animan bastante la narración, pero no hay que olvidar, que ese relato nos llega en primera persona, de boca de Laura, y por lo que ya he comentado de ella anteriormente, no es una versión muy fiable. Deja al lector un poco desconcertado al no vislumbrar lo real de lo que no lo es...

La angustia de Laura, nos persigue pero no llega a alcanzarnos, no consigue que la tensión emocional se transmita al lector; conseguimos conectar con ella, pero creo que también lo hacemos tarde...
Al final mi opinión no es muy favorable, tiene un buen argumento, con unos escenarios prometedores, pero a los que no se saca partido.
El desarrollo argumental nos lleva a una historia predecible casi desde el comienzo, con buenos guiños a Hitchcock y a Agatha Christie, pero que ha dejado un regusto amargo sobre todo al final, donde algunas situaciones se fuerzan demasiado.